XI

Dos minutos después miraba el fuego de la hornalla fijamente. Iba a volver. Algo se encendía en su pecho cuando pensaba así, algo había dentro de él que le decía que era lo que tenía que hacer. Algo que no gritaba pero hablaba claro, algo que se podía ignorar tranquilamente, pero si se escuchaba atentamente estaba ahí. La esencia, o lo que sea que cada uno tenga grabado adentro. Sacó la pava del fuego y llenó el termo. Fue hacia delante. Tomaron unos mates con el mono mirando caer la lluvia. La espera se agudizaba en el cuartel, si bien había un promedio de dos salidas diarias, podían pasar días enteros sin que pasase absolutamente nada.

Apoya sus labios en su frente y quiere dejarlos ahí siempre.

Suena la chicharra, el mono corre a la guardia, Iván deja el mate a un costado y empuja los portones. Empieza a sonar la sirena general, camina hacia el fondo mientras el mono enciende el primer camión. Se saca los zapatos, mete los pies en las botas, sube los pantalones de nomex y se calza los tiradores. Sonríe a los que llegan corriendo.
- Buenas
- Cómo va, capo?
- Todo bien
Vuelan zapatos. Se pone el saco de nomex al hombro, toma el casco y vuelve al pasillo cruzándose con otros que llegan. Se para al costado del camión.
- Qué es?- pregunta el Oficial que llega.
- Una casa – responde el mono y le pasa un papelito con la dirección.
- Vamos, arriba!!
Abren las puertas y suben. Los giratorios rojos iluminan el pasillo, comienza a arrancar mientras sube el último, abajo quedaron un par. Comienza a sonar la sirena en la avenida. Se colocan los sacos y ven pasar la avenida a toda velocidad. Atrás vienen el hermano mayor de los Pravatto, Aguilar hijo (que tiene una cicatriz en la cara por atajar al hermano menor de los Pravatto cuando se cayó en el incendio de los barcos), y “Tato” Bancalari. Moriría al lado de cualquiera de ellos.
Al principio le parece que no, pero después está seguro. El celular se está moviendo, alguien llama, intuye que es ella. Trata de meter la mano abajo del pantalón de nómex pero sabe que no va a llegar a atender, y sabe que aunque atendiera no va a poder escuchar nada con la sirena.
Casi le parece gracioso. Sonríe y mira la lluvia. Se calza el casco. No es nada bueno pensar esas cosas antes de un incendio.

... es increíble que esté pasando. Sus labios son firmes. Como en los sueños, no tiene idea de cuánto tiempo pasa. Cuando sus labios se separan siente que no el importa absolutamente más nada.

1 comentario:

  1. Hace dos dias que estoy en cama y me dedique a leerte. Y a recordarte.
    Muy lindos relatos, los leo y es como si los estuviese viviendo.
    Abrazo en el alma amigo mio.
    G.A.D.

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