II

Le dio un manotazo al despertador. Había parado de llover. Se fue acordando donde estaba y hacía un esfuerzo infinito por levantarse. Volvió a dormirse y quince minutos después saltó de la cama. Se lavó la cara pensando dónde desayunaría. Lamentó no poder preparar unos mates, pero no llegaba. Saludó al oficial que se alegraba de su cara de almohada. Firmó el libro de guardia.
- Te vas, Iván?- Luis tenía esa particularidad, de hacer preguntas que se respondían solas.
- Si, capo
- Vas a laburar?
- Sí - le dijo, estirando una mano, palmeándole el hombro con la otra.
Se subió a una bicicleta y salió, mirando la hora en el maldito celular que no había sonado en toda la noche. Había salido el sol.

- Callate perro de mierda- le decía quince minutos después al perro del vecino.
La llave tapó la luz que entraba por la cerradura y giró dos veces. Todo se mantenía prolijamente en su desorden. Encendió la dicroica que daba a la mesa del comedor, apoyó la mochila por ahí, cambió de uniforme, se echó desodorante, volvió a calzarse la mochila, miró la hora en el despertador y salió de nuevo.
Compró facturas en la esquina y corrió un colectivo que perdió. Desayunó en el siguiente y cuando estaba llegando marcó un numero en el celular.
- Vittal – atendió una voz de mujer.
- María?
- Síii, Iván?
- Cómo va, todo bien por ahí?
- Mas o menos, cuándo volvés? faltó Gustavo encima
- Uy, están hasta las manos, preguntale a Pica por donde anda San Fernando.
- A ver pará, te paso con Pica.
- Qué hacés Iván
- Maestro de la vida, estoy llegando tarde, por donde lo tenés a Sanfer?
- Llendo a un grado dos, por donde estás?
- Fleming y Marquez.
- Bajate ahí que les digo que te pasen a buscar.
- Capo, gracias.
- Cuidate.
Bajó, se abrochó la camisa y empezó una medialuna cuando escuchó la sirena.

Estiró su mano dos veces.
- Iván.
- Jorge- se presentó el doctor
- Luis- el chofer.
Se desviaron mucho?
No, nos quedaba de paso
Siguieron hablando de cualquier cosa, como desde cuándo trabajaban en la empresa, hasta llegar.
El chofer le pasó el Nextel a Iván, que apretó el botón para modular pero daba ocupado. Jorge abrió la puerta lateral para que Luis bajara el maletín. Ya salía gente de la casa, eso era un mal presagio, el Nextel de despacho seguía dando ocupado.
- La reja está abierta – les dijeron
Pasaron, finalmente el Nextel hizo el ruido a grillo que hace cuando el otro lado está libre.
- Sanfer- Moduló Ivan
- Adelante- respondió Javier
- Con arribo.
- Copiado.
La gente estaba apurada realmente, y eso era otro mal signo, les contaban que de golpe se había desmayado y no había reaccionado del todo, había tenido “como una convulsión”. Una vez adentro subieron hasta el primer piso y entraron a la habitación matrimonial. No era chica, pero estaba desordenada y eso le daba aspecto de poco espacio. Estaba bien decorada, era estética. El cubrecama desbordaba desde los pies de la cama hasta la mesa del televisor. La mujer estaba de costado en la cama, respiraba con dificultad.
- Cómo se llama?- preguntó Jorge
- Marcela
Comenzó a llamarla enérgicamente y a presionarle en una articulación del hombre que duele como para despertar a cualquiera. Pero no despertó. Iván y Luis se miraron. El médico le pellizcó una mano, miró las pupilas, seguía llamándola. Una hija de unos 17 años apareció y comenzó a contarles su historia clínica. El marido resoplaba en el pasillo. Se invertían los roles. El médico levantó una de las manos de Marcela por sobre su rostro y la dejó caer. La mano no se desvió como debería haberlo hecho y fue lo que terminó de definir el cuadro.
- Cómo está?- preguntó el marido
- Vamos a tener que llevarla.
- No!, yo sabía- el hombre volvió al pasillo pegándole a la pared. Se miraron.
- Vamos a intubarla, sí? Le colocamos una vía, cinco ampollas de diazepan, Luis: andá a buscar el bolso de paro, está cursando un acv[1].
- Ok- dijo Luis
Iván abrió el maletín y buscó rápidamente una guía de suero, solución fisiológica, cinta, tijera y...
- Fijate si hay una abocath de 16
- ... una abocath de 16- repitió mientras buscaba. Sacó 5 ampollas de diazepan – el baño donde es?
- Por acá- le respondió la hija.
Con la tijera abrió el suero fisiológico, le colocó la guía y la purgó en el lavatorio. Volvió. El médico ya había colocado el lazo y estaba buscando la vena con la abocath. La encontró en segundos, Iván le pasó la guía y pedazos de cinta para sujetarla. Luis subía.
- Abrí la chapita-
El suero empezó a correr y abrió las cinco ampollas, sacó una jeringa y su aguja y las fue cargando.
- Efecto “citrus”- no dudó en vaciar la jeringa. Ya tenía las cinco ampollas circulando por sus venas. Eso debería eliminarle totalmente el reflejo nauseoso para poder intubarla sin que vomite. Luis ya tenía listo el tubo de oxígeno conectado al ambú y dos o tres medidas de tubo endotraqueal para intubarla. El médico se colocó guantes y le metió los dedos en la boca. L amujer tuvo cierta harcada.
- 3 ampollas más- ordenó
El “ploc” de la ampolla de vidrio al romperse se escuchó tres veces más y tenía tanto diazepan en su sangre como para dormir un caballo.
- Puedo ver, doc, mientras la intubás?- preguntó Ivan.
Si, agarrala de las piernas y correla para allá, ponela así.
La corrió de un solo movimiento para que quedase su cabeza al borde de la cama.
- Notan un cambio en su respiración?- la miraron detenidamente.
- Sí – dijo Iván- disminuyó mucho... si es que existe.
- Ahí me gustó más, no está respirando.
Los tres miraron el bolso de paro para lanzarse sobre él, pero escucharon que ella inspiraba una bocanada de aire.
- Fue solamente una apnea. -
El médico agarró el laringoscopio, un instrumento de metal en forma de L con una pequeña lámpara en la punta que ingresó por la comisura de los labios. Empujó la lengua hacia abajo y preguntó
Ves las cuerdas vocales?
Sí- respondió Ivan
Si ves eso ya está- eligió uno de los tres tubos endotraqueales- ya estás adentro- ingresó uno por entre las cuerdas bocales y lo fue metiendo hasta un tope, sacó el laringoscopio- Vamos a cargarla.
Luis alcanzó el collar cervical que le pusieron Iván y el médico y coordinaron para subirla a la tabla espinal. No se sabe de dónde pero aparecieron suficientes hombres para bajarla por la escalera, no pesaba poco y la escalera era incómoda. Finalmente la puerta trasera de la ambulancia se cerró y Luis apretó el botón del Nextel. Sonó el ruidito típico.
- Sanfer
Adelante
Mientras tanto abría la puerta del chofer.
- Iniciando la derivación- terminó de hablar y tiró el Nextel al asiento antes de que contestara. Encendió el motor.
Copiado – respondió el operador al aire
En grado uno- dijo el médico a través de la ventanilla interna que comunicaba a la parte de atrás de la ambulancia. Encendió la sirena.
[1] Accidente Cerebro Vascular

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